Intérpretes vs "Interpretator"
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Los intérpretes somos unos de los profesionales más resilientes que conozco. Durante los últimos años, lo hemos demostrado hasta la saciedad y ahora estamos a punto de hacerlo una vez más.
Hace unos seis o siete años, las plataformas digitales de interpretación simultánea (SIDP, según sus siglas en inglés) como VoiceBoxer e Interactio irrumpieron en el mundo de la interpretación cuando organizaciones globales como Amnistía Internacional adoptaron modelos de localización neutral para las reuniones de rutina y las sesiones de trabajo en equipo. Así empezó el gran debate sobre la validez y la viabilidad de la interpretación remota.
Hasta que empezó la pandemia... pero ya sabemos cómo terminó esa historia.
Y ahora, los sistemas automáticos de interpretación o "interpretators" como me gusta llamarlos, están haciendo su gran debut mundial de la mano de los gigantes de la tecnología y de los grandes porveedores de servicios lingüísticos. Según ellos, las herramientas de inteligencia artificial son (o serán) capaces de traducir mensajes orales en tantos idiomas como sean necesarios a través de la generación de subtítulos y/o declaraciones verbales generadas automáticamente.
Nosotros, los intérpretes profesionales de carne y hueso, nos preocupamos por unos minutos antes de darnos cuenta de que su irrupción torpe en la escena mundial, como en la entrega de los premios Grammy, nos daba un respiro y la oportunidad para reacomodarnos.
Lo que nos trae a la pregunta del día en la comunidad profesional de intérpretes: suponiendo que la interpretación hecha por inteligencia artificial funcionase, ¿qué la diferenciaría de la interpretación hecha por humanos?
Lo que a su vez trae a colación la gran y vieja pregunta del millón sobre el valor que los intérpretes realmente aportamos a cada situación.
En dos meses, voy a celebrar mis primeros veinte años como intérprete, durante dieciocho de los cuales sustuve que, siempre que se cumplan los requisitos básicos de calidad de interpretación/traducción, el secreto para una interpretación excelente está en el dominio que cada profesional tenga de las habilidades secundarias necesarias para cada interpretación.
Es a través de esas habilidades secundarias que le damos, y le seguiremos dando, un toque humano a la interpretación.
Es nuestra habilidad para detectar y decodificar adecuadamente los matices, para unir los puntos y comprender la relación entre contextos, situaciones y experiencias pasadas lo que nos diferencia.
Es nuestra capacidad para "leer la sala" y entender el lenguaje corporal, para encarnar la sensibilidad cultural lo que nos permite ayudar a cuidar la reputación de nuestros clientes. Es nuestra capacidad innata para llenar los espacios en blanco y acortar las distancias con los oradores que interpretamos lo que nos permite honrar la verdadera intención comunicativa detrás de su mensaje.
Es nuestra flexibilidad y capacidad de improvisación lo que nos permite satisfacer las expectativas de nuestros clientes, los oradores y sus audiencias.
Cada vez que nos sentamos detrás de un micrófono, hacemos mucho más que "simplemente pasar" las cosas de un idioma a otro. Por sí mismos, los códigos lingüísticos apenas tocan la superficie de un mensaje y todo intérprete que piense que su trabajo consiste solamente en convertir códigos lingüísticos se está menospreciando al equiparar su actuar profesional a un microchip.
Sin embargo, parece que a pesar de nuestras impresionantes habilidades, los intérpretes del mundo ahora tenemos que aprender a hablar un idioma nuevo, además de Globish: ChatGPT.
Solamente la semana pasada, cuatro colegas me dijeron que les tocó interpretar discursos y presentaciones escritos por inteligencia artificial y que algunos no tenían demasiado sentido.
Bien puede que esta sea una moda pasajera, pero de continuar, la saga tecnológica de la interpretación en el siglo XXI no va a resultar en los intérpretes humanos siendo reemplazados por interpretators, sino más bien forzados a interactuar y trabajar con ellos, a prestarles nuestras voces y nuestras mentes y, al permitirles beneficiarse de nuestro conocimiento experto y flexibilidad lingüística, darles vida como a Terminator o Pinocchio.
Nota originalmente publicada en la edición de febrero de 2023 del ITI London Regional Group Newsletter bajo A View From The Booth
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